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Olé Jazz

OLÉ-JAZZ

De todos modos, ese Olé no fue la primera incursión del jazz en lo flamenco y encontramos aproximaciones con más fantasía que fortuna en el año 1957 de primeras figuras del jazz como Lionel Hampton y Charles Mingus (eso sin tener en cuenta el flamenco instrumental de los saxos cubanos de El Negro Aquilino y Fernando Vilches en los años 30 y 40 o los mambos y cha-cha-chás flamencos de Pérez Prado y otros en los 50); y en el 59 aparece en el disco de jazz más vendido de la historia el tema Flamenco Sketches. Miles Davis incluyó ese tema en su Kind of Blue, LP que amplió los paradigmas sobre los que se basaba el jazz llevando el modal jazz y la teoría musical a nuevos terrenos de la mano de Bill Evans y las tesis de improvisación de George Russell. Un año más tarde Columbia lanza Sketches of Spain y en esta otra obra vemos como Davis esta vez sí se sumerge en la tradición musical española, desde lo andaluz a lo gallego. En esas composiciones Gil Evans ofreció un colchón armónico lleno de texturas y matices que liberó a Miles de otras tareas que no fuesen frasear y llevar el peso de su interpretación a los pasajes y tonos que le conmoviesen. A algún destacado crítico le he escuchado despreciar el valiente salto que dio Davis, pero mezclando esa Solea (sin acento) con otro genio como el de La Niña de los Peines se ve de sobras (a base de pitch surfing) con qué gracia se desenvuelve el trompetista sobre este palo flamenco. A respecto de este palo y de lo andaluz hay algunas declaraciones del genio de Illinois que se antojan cuanto menos curiosas: <>, <>.

La deriva de Davis hacia lo modal le surgió viendo un espectáculo de los Ballets Africains de Guinée y esa tradición musical del África occidental lo llevó a recrearse en solos construidos desde las escalas (modos) jugando con asonancias y disonancias y no desde ruedas de acordes. Ese mismo camino le llevó hasta la música impresionista y nacionalista tanto de autores como Ravel y Debussy a De Falla y Albéniz (por supuesto también al posterior Joaquín Rodrigo), compositores que buscaban ya a finales del siglo XIX nuevas pautas para sus obras. Partiendo de las premisas del romanticismo o el modernismo pusieron el foco en la tradición musical popular para desarrollar las vanguardias en el arte sonoro. Otras tomas de contacto en este sentido podrían ser las composiciones de Coleman Hawkins dedicadas a Picasso y a Dalí o los gestos de Dalí hacia Duke Ellington, de la misma manera teóricos destacados como André Bréton indicaron que el jazz era la manifestación del surrealismo en la música o se tildaba a Josephine Baker de artista dadaísta y cubista. Pero si hemos de poner sobre la mesa de qué forma llegó el jazz a España sin duda hemos de hablar de la Generación del 27.

Barcelona con su fama de cosmopolita acogió numerosos espectáculos de jazz desde bien temprano pero el primer concierto de jazz de una banda de músicos afro-estadounidenses fue en el Club Parisiana de Madrid en 1919. En hoteles de lujo como el Ritz y el Palace de ambas capitales era donde se daban cita las clases medias-altas para disfrutar de esas jazz-bands que incorporaron novedosos instrumentos como la batería, causando con sus redobles furor entre la juventud. De esas clases sociales provenían l@s artistas que conformaron la Generación del 27 y de entre ell@s integrantes de las Sin Sombrero fueron de las primeras en escribir poesías, y con gran acierto, dedicadas a esta música. Antes incluso de la célebre creación The Weary Blues de Langston Hugues en 1925 nos encontramos con Panoramas urbanos de Lucía Sánchez Saornil en 1921 y más tarde Jazz-Band de Concha Méndez en 1926. En 1929 Ramón Gómez de la Serna presentó en Madrid la primera película sonora de la historia, The Jazz Singer de Alan Crosland de 1927 (el primer film que capturó una danza fue de Edison protagonizado por la bailaora almeriense Carmencita en 1894), con una disertación vestido como el protagonista de la película (smoking y blackface a modo de minstrel) que luego fue publicada con el nombre Jazzbandísimo. Fue el primer intento de teorización del jazz en España; superficial, frívolo y sin tener en cuenta cualquier antecedente de este arte afroamericano. Suerte de García Lorca y sus experiencias en Nueva York durante el marcadísimo año 29 con Nella Larsen y demás integrantes de la Harlem Renaissance. Esta destacada escritora fue guía de Federico en Harlem y con ella acudió al Small’s Paradise (el único club nocturno propiedad de un afroamericano e integrado) y a iglesias del barrio en donde pudo ver los cantos al gospel y compartir sus propias adaptaciones al piano de algunas de las canciones populares españolas como las que en 1931 registró con la Argentinita (entre ellas las famosas Anda Jaleo y el Zorongo) y como él mismo explicó a su familia por carta: <<¡Pero qué maravilla de cantos! Sólo se puede comparar con ellos el cante jondo. Había un muchachillo que cantó cantos religiosos. Yo me senté en el piano y también canté. Yo no quiero deciros lo que les gustaron mis canciones.>>.